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LUZ Y COLOR EN LA APDZ

LUZ Y COLOR EN LA APDZ

Con motivo de la Gala del Deporte, celebrada en el complejo Torreluna el pasado 9 de diciembre, recibí de manos del presidente de la Asociacion de la Prensa Deportiva de Zaragoza (APDZ), Paco Ortiz Remacha, la distinción a la Trayectoria Periodística Profesional. Todo un lujo por mi parte, que disfruté en compañía y con el apoyo de la consejera de Educación Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno deAragón, Dolores Serrat, así como del director general de Deportes Félix Brocate, y el concejal de Fomento y Deportes del Ayuntamiento de Zaragoza, Roberto Fernández. Y no faltaron tampoco mis compañeros de profesión de los distintos medios, a quienes les debo todo, si bien los auténticos protagonistas fueron los Mejores Deportistas, títulos que recayeron en Andrea de Blas (campeona del mundo de waterpolo) y en Abel Mustieles (medallas de plata en la Copa del Mundo y Campeonato del Mundo de biketrial).

 

Recuerdo que de pequeño quería ser mayor, crecer deprisa en años, y así poder entrar en los cines que proyectaban películas para mayores de 16. El caso es que a los 14 ya me colaba con la benevolencia de algún cortador de entradas, que no me pedía el DNI. Cuando alcancé la edad requerida pusieron aquello de mayores de 18, por ese invento  de los filmes ”S”. Y así, siempre con cara de niño, no había manera de verle las “lolis” a Sofía Loren, ni a Raquel Welch, ni Brigitte Bardot en sus mejores tiempos. Menos mal que después se inventaron los DVD… El caso es que crecí, y crecí sobre todo en edad, y ahora noto que los tiempos pasan a una velocidad de vértigo, hasta el punto que si todavía pienso que estoy en la edad media, que ya la he rebasado, es que me miento a mí mismo. Eso sí, mantengo mis ilusiones, y aún recién entrado en el tiempo amarillo de la vida, todavía creo que soy joven, y miro al futuro con alegría, y quisiera estar en condiciones de cometer los pecados y de practicar las virtudes sanas de la juventud; pero claro, uno ha sido, es y será siempre un auténtico iluso.

 

Pero reza el dicho quizás un tanto manido, de que “recordar es vivir”. Y vivo mirando hacia atrás lo justo para no olvidar esa “memoria histórica” que me ha dejado de todo, y para cometer el menor número posible de errores futuros, aunque seguro que volveré a caer muchas más veces, porque si no, no sería persona. Seguir mirando hacia adelante, apostar por los sueños de esa juventud que ya marca el presente y la que marcará el futuro, es el mejor ejercicio  a fin de sentirse uno pletórico de vida.

 

De lo que estoy seguro es que el deporte, el seguimiento de los principios del Barón Pierre de Coubertin, conforman una escuela mayúscula de educación, de ejercicio de la generosidad, de tolerancia. Primero fui deportista (lo sigo siendo), y paralelamente me eduqué en la lectura, y todo ello me llevó a la pasión por el periodismo. De pequeño, de joven, ya quería ser periodista. Cuarenta años del ejercicio de la profesión me autorizan a decir que casi nací siendo periodista, y moriré con la misma vocación. Por ello, la distinción de la que fui objeto por mis compañeros de profesión en la APDZ, me llena de un orgullo especialísimo y una necesidad de agradecimiento, que nunca me parecerá suficiente. Eso sí, todo ello no hubiera sido posible, sin la ayuda de Merche, mi mujer, que ha propiciado que pudiese dar en todo momento lo mejor de mí mismo. Por eso, porque comparto con ella todas las cosas de la vida, las buenas y las malas, mi empeño ha sido la dedicatoria de este trofeo tan especial.

 

Y en mi noche mágica tuve la suerte también, de compartir mesa y mantel con un plantel de deportistas internacionales del equipo femenino de la Escuela de Waterpolo Zaragoza. Andrea, Paula, Patricia, acompañadas por Jorge, su entrenador, hicieron que me contagiase de su espíritu generoso, hasta el punto de que llegué a sentirme joven. Su apabullante sinceridad, su optimismo, afán de superación, buen humor y excelente fondo humano, me llevaron a pensar que la vida también es bella.

 

MANUEL ESPAÑOL