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Mundo mágico

Tiempo amarillo

INTROMISIÓN EN LA CONCIENCIA HUMANA

INTROMISIÓN EN LA CONCIENCIA HUMANA

De los personajes que he conocido a través de mi dilatada vida profesional, hay uno que me ha impactado por su clarividencia, por la profundidad de su pensamiento, por su rectitud y honradez. Así recuerdo a Julio Caro Baroja, quien además llegó a ocupar el cargo de senador y también se arriesgó a mantener algunos escarceos políticos. Este intelectual vasco y español, ya desempeño  en su momento de manera mas o menos oficial la actividad mas o menos oficial, de asesor en materia cultural del entonces ministro Ricardo de la Cierva. La experiencia no le satisfizo lo mas mínimo, pues no tenía poder decisorío, aunque en realidad no era ello lo que mayormente le preocupaba. Hasta tal punto era así, que a lo largo de una entrevista que mantuvimos en abril de 1891 en Bilbao, en el marco de la Sociedad El Sitio, cuando le pregunté insistentemente que si aceptaría una llamada para ocupar un puesto en el que tuviera verdadera libertad de acción con la finalidad de poder trabajar en pro de la cultura no se mostró propicio a ello, "porque creo -dijo- que la actuación individual de un hombre es como una gota de agua en el océano, vamos, que no es nada".

En aquella entrevista publicada en el desaparecido diario LA GACETA DEL NORTE el 23 de abril de 1981, puso en evidencia su pensamiento, que aún me atrevería a decir que hoy en día está vigente para manifestar que en una sociedad como la nuestra, marcada por el partidismo y los intereses políticos, la llamada "manipulación de la cultura" era algo evidente. "Los partidos políticos -señalaba- están desenroscando completamente su verdadera misión, entrometiéndose de esta manera en la conciencia humana individual, de una manera altamente peligrosa". Al comentarle el divorcio que parecía existir entre la llamada cultura vasca y la llamada cultura castellana, me indico que ello era debido a "una manipulación falsa que hacen los políticos de los términos  Cultura, Castilla y Vasco". Tal y como nos la presentaba don Julio en su momento (todos le llamábamos don Julio), la situación que se presentaba era mas bien triste, al afirmar que "como sigamos así, vamos hacia  el embrutecimiento colectivo, y no hacia la culturizacion colectiva". Y han pasado nada menos que treinta años de aquellas palabras.

Entre el  pesimismo y el realismo se desarrollaba el pensamiento de este hombre que quería un mundo mas abierto, menos cerrado por los intereses fueran del tipo que fueran. Para él, armonizar los conceptos "cultura-política" era "una cuestión en la que si la juventud no reacciona de una manera positiva no hay nada que hacer. Pero la responsabilidad no es solo de los jóvenes, sino de los maestros que les educan, no diciendoles la verdad". Al ser preguntado por el estado sociológico que atravesaba la juventud en ese momento, con paciencia contesto que  "como todas las edades en las que el hombre tiene una especia de fuerza vital, es algo que racionalmente corre graves peligros de no estar bien encauzado. Y es que la razón y la vida podrían ir juntos, pero muchas veces el exceso de vitalidad no le da racionalidad a ser humano".

Los movimientos nacionalistas y su forma de aplicación fueron temas que preocuparon y mucho a Julio Caro Baroja, todo un estudioso sobre la ciencia referente a la historia del hombre y su entorno. Para el, "todos los nacionalismos sean los grandes o los pequeños, a o largo de este siglo XX han resultado funestos. Por lo tanto hay que reaccionar contra el exceso de orgullo por la propia manera de ser llamada nacional. Su usted ve lo que le ha producido a Alemania el nacionalismo llevado al extremo, al igual que Italia o España en la época anterior, imagine se lo que pudiera ser un nacionalismo en escalas pequeñas como el catalán, el vasco o el andaluz. En una  palabra, el desastre de los desastres".

Han pasado tres décadas de aquella conversación que hoy hemos reproducido en la sección de TIEMPO AMARILLO. A ésta le precedieron otras y le sucedieron algunas más verdaderamente interesantes, y hasta algún desayuno que otro en el Hotel Ercilla de Bilbao, un establecimiento que para nosotros, los periodistas , significo tanto. ¿Verdad que el pensamiento, el saber hacer y la honradez de Julio Caro Baroja constituyen un ejemplo? A mi me prendió la llama de una huella profundísima.

MANUEL ESPAÑOL

 

A SABINO RUIZ JALÓN, MI MAESTRO

A SABINO RUIZ JALÓN, MI MAESTRO

Mi tiempo de los recuerdos ya ha comenzado. Algunos amigos, con  la sonrisa irónica asomando a sus labios, me dicen que ya estoy en el camino del cementerio de los elefantes. Algo de humor negro, a pesar de ser con todo el cariño del mundo, ya ponen de manifiesto. Preferiría que se refiriesen a que con el paso de los tiempos me he convertido en un “buen caldo de reserva” o en un “pata negra” del periodismo. Pero ni una cosa ni otra, prefiero pensar que he sido un trabajador honrado aprendiz de ser humano, en búsqueda constante de la buena comunicación y de la verdad. Con el paso de los años son muchas las personas que me han dejado huella, y a las que intentaré dar cabida en un blog abierto a todas las corrientes, a todas las personas de ley, a gente que en su momento tuvo mucho que decir y que todavía escribe el futuro.

De todos he aprendido, pero si tuviese que decantarme por alguno en concreto, lo tengo bien claro: Sabino Ruiz Jalón. Riojano de una cuna a la que jamás renunció (1902), ya desde niño se trasladó a Bilbao, convirtiéndose en vasco de adopción por el amor filial a una tierra en la que desarrolló una vasta carrera intelectual y humanística, y en la que murió en 1985. Puedo decir de él, que me entusiasmó por ser un hombre sencillo y grande a la vez, al que siempre he considerado mi maestro, y que hizo que me sintiera muy feliz a lo largo de horas y horas de conversaciones sobre lo divino y lo humano, mantenidas especialmente a lo largo de mis ocho años de residencia a orillas del Nervión, donde coincidí con él en “La Gaceta del Norte”. De él destacaré siempre una de las frases pronunciadas durante la sesión inaugural de la renacida Sociedad El Sitio en 1980, a la que tuve el honor de pertenecer desde ese instante: "Dicen los pastores que las águilas vuelan solas; es verdad. Sólo necesitan el espacio infinito del cielo azul y la inmensidad de la Naturaleza para volar. Veamos en ella nuestro símbolo y, como el águila, volemos por los espacios infinitos de la Libertad y la Cultura”.

En más de una ocasión comentamos la posibilidad de que entre nosotros hubiese de por medio una grabadora, y siempre lo dejábamos para el día siguiente. Lo hicimos muy mal, pero especialmente es a mí a quien cabe culpar. ¡Cuánta sabiduría transmitía Sabino Ruiz Jalón!, ¡cuanta sabiduría perdida y que no se ha podido publicar en su intensidad! Era un conversador, un comunicador sensible y genial, y yo tuve la suerte de gozar de su amistad más sincera.

Era una joya de la generación del 27, que a los 18 años comenzó a  difundir sus conocimientos musicales sinfónicos, como crítico en el diario vespertino “La noche”. Tras de sí gozaba ya de una preparación muy especial, que se inició en la “Academia Vizcaína de Música”, pasando después al Conservatorio Superior de Bilbao, y tiempos después amplió estudios en París con Joseph Thibaud. Precisamente en el Conservatorio de Bilbao ejerció como profesor, y sus clases de Historia de la Música, eran las que mayor entusiasmo despertaban. También escribió tiempo en “El Liberal”, donde reafirmó esas condiciones que siempre quedaron reflejadas en su talante abierto y generoso. Es que, en contraposición a las corrientes carlistas, le llevaron a formar parte de un liberalismo de carácter abierto, tolerante y plural. Luego se integró en “La Gaceta del Norte”, así como en Radio Bilbao y Radio popular de Bilbao. En cualquier caso, pasear con él por las calles de Bilbao y participar en las tertulias en las que intervenía, me hizo ser testigo de momentos inolvidables, del cariño y el respeto que se le profesaba en todos los estamentos sociales e idearios políticos.

Mi amigo, mi maestro, al que también le unió una gran amistad con el Padre Donostia, era una autoridad internacional en la materia. A los 23 años había escrito “Cuatro preludios vascos”, obra con la que se alzó con el Premio Diputación de Guipúzcoa. También fue autor de dos zarzuelas y de composiciones tan celebradas como “El atalayero de Machichaco” y “Capricho Ibérico”, además de obras de cámara, ballet y sinfónicas. Tan sólo si se le preguntaba hababa de sí mismo y de la cantidad de anécdotas por él vividas, muchas de ellas alegres, y algunas tristes.

Había trabado amistad con personajes tan ilustres como Federico García Lorca, y ello le permitió disponer de sus obras completas, firmadas y dedicadas. Recuerdo que todavía se le humedecían los ojos a recordar el sentimiento por Federico, “hacia el que profesé gran admiración”, como él decía. La pena es que, a causa de la guerra civil, y por circunstancias jamás deseadas, todos los libros se perdieron de sus dominios, para no aparecer nunca jamas. Recuerdo un día que actuaba en Bilbao Nuria Espert, con la obra “Doña Rosita la soltera”, así se lo comunicaba a la propia actriz, quien también se unió a la cantidad de personas admiradoras de Sabino. Y él, tan serio, pero con un gran sentido del humor, cuando la sala estaba vacía, salió al escenario y tocó al piano algunos de los compases de la música lorquiana, ante la emoción sentida por los miembros de la propia Compñía (Nuria Espert, Carmen Bernardos, Margarita Garcia Ortega, entre otros) y por un grupo de entusiastas que gozamos del privilegio de estar ahí en ese momento tan inolvidable para nuestras vidas.

Por aquél entonces tenía la suerte personal de dirigir en el Hotel Ercilla, a través de la Sociedad el Sitio, una revista hablada. En cierta ocasión anuncié una página dedicada a “La simbología en García Lorca”, que iba a impartir un prestigioso profesor. En el momento de empezar, y como quiera que al conferenciante le surgió un imprevisto plenamente justificado, me quedé bloqueado y con la mente en blanco. Afortunadamente estaba entre el público Sabino Ruiz Jalón, y con toda mi caradura y la confianza que me daba gozar de su amistad, le dije: “Sabino, tienes que salir y hablarle al publico de tu relación con el poeta”. Su contestación fue clara: “Manolo, esto es un atraco. ¿No me lo dirás en serio?”. Le contesté que completamente en serio. Y él, como era tan buena persona y tan bondadoso, y apreció mi cara de susto, accedió a mi petición. La intervención de mi amigo fue un éxito clamoroso, nos dejó a todos con la boca abierta en señal de admiración tras su improvisada charla. Hasta la propia Susana Estrada, actriz sexi que estaba en pleno apogeo y que intervenía después, lo primero que hizo (serpiente en mano) felicitar al maestro.

Con él viajé a Bergara con motivo de un homenaje de reconocimiento que se le hacía allí, y que tuve la suerte de presentar en un teatro de dicha población. Nunca había visto nada tan emotivo y con tanto sentimiento. Allá donde fuese despertaba admiración Y él, tan humilde. Cultivaba la amistad con las grades figuras de la ópera, como Luciano Pavarotti, que solía visitarle de vez en cuando en el “bocho”, de Plácido Domingo, Alfredo Kraus. En cierta ocasión le escuche mientras conversaba con Guillermo Marín, un auténtico actor contemporáneo suyo, de los que mejor ha interpretado a García Lorca. Aquello fue una delicia, un derroche de buen humor, y también de un poco de nostalgia.

Nostalgia y mucho cariño es lo que siento hacia la figura de Sabino Ruiz Jalón, un maestro, un amigo al que le debo mucho, muchísimo. Si la riqueza de las personas se midiese por la calidad de los amigos, sólo con pensar que lo he sido de él, me considero que he sido, y lo soy, porque todavía se encuentra en mi interior, la persona más rica del mundo.

 

MANUEL ESPAÑOL

 En la imagen superior, Sabino Ruiz Jalon y yo, en la Redaccion de La Gaceta del Norte. Evidentemente, eran otros tiempos

HA LLEGADO EL TIEMPO AMARILLO

HA LLEGADO EL TIEMPO AMARILLO

Siempre me han dicho que volver la vista atrás es volver a vivir. Y es que, ahora que estoy a punto de superar la edad media avanzada, creo que estoy haciendo mi entrada en el tiempo amarillo. Pues anda, que no ha llovido desde que inicié mi época rosa, sí, aquella en la que uno no hacía mas que pensar en las chicas, en la que el fenómeno del enamoramiento casi todos los días sufría una cierta renovación. Lo que sí siempre fui, y lo sigo siendo es que me siento todo un soñador que piensa en la belleza de las utopías. Casi no había terminado la infancia (creo que algo guardo de ella) y ya tenía conocimiento de los autores griegos, especialmente de Homero, que me introdujo en el apasionante mundo de la Odisea y de La Ilíada, luego vinieron las tragedias, y la literatura me entusiasmaba más y más. Mi gran ilusión era la de convertirme en escritor. Seguía en mi época rosa, que luego dio paso a la realidad del aprendiz de persona que soy. Leía todos los días “Heraldo de Aragón”, “El Noticiero”, “Amanecer”,  publicaciones estas que eran todo un ejercicio de audacia con ese saber hacer entre líneas, dados los tiempos que corrían. Paralelamente escuchaba la radio, las emisoras permitidas, como “Radio Zaragoza”, “Radio Nacional de España”, Radio Juventud,Radio Popular”, y las no permitidas, como la “BBC en español” y “Radio Pirenaica”. Y admiraba a entrevistadores y entrevistados, gente importante para un jovencito de provincias. Así que poco a poco hice firme mi vocación: iba a ser periodista. Y bien que recuerdo mis primeras publicaciones, pues veía a una persona por la calle leyendo el periódico y observaba la página por la que lo tenía abierto; si era en alguna en la que figuraba mi firma, el bote que daba a continuación era mayúsculo. El paso de los años y los estudios me condujeron a ser un privilegiado que ha estado muchos años, y aún sigo, ejerciendo una profesión vocacional.

A lo largo de varios lustros he tenido la ocasión de realizar miles de entrevistas y conocer a grandes personajes, ya por su valía intelectual, popular, deportiva o humanística, o las cuatro cosas a la vez.

Así que ahora, con algunos de los reportajes y entrevistas que he guardado correspondientes a la prensa escrita, voy a dar paso de nuevo, en esta ocasión en “Mundo Mágico”, a personajes que en su momento me dejaron huella, y que todavía hoy los tengo en mi memoria y en mi corazón. Es el caso de hombres y mujeres entrañables, entre otros, como Sabino Ruiz Jalón, José María de Areilza, Eduardo García de Eterría, Javier Atienza, Carlos Pauner, Asun Asarta, Antonio Garisa, Aurora Redondo, Luis García Berlanga, Agustín González, José Ramón  Morandeira,  Pepe Garcés, Camilo José Cela, Kowalenski, Julio Caro Baroja, general Aramburu Topete, Guillermo Marin, Antonio Gala, Robert Jeantal,   Lole y Manuel, Rubén Sosa, Lía Uyá, Pilara “la cabezuda”, Fernando Garrido, José Miguel Azaola y Alfredo Amestoy. El mágico pasado conecta con el presente y tiene las vistas puestas en el futuro.

Hasta pronto.

 

MANUEL ESPAÑOL