¿ADIÓS A LOS MALOS HUMOS?
“Se acabaron los malos humos”, leí en un rotativo nacional. Eso sucedía el pasado 3 de enero, una jornada después de que entrara en vigor la normativa que prohíbe fumar en los espacios públicos cerrados. “Pues no está nada mal”, pensé. “A partir de ahora podré tomar una gamba, un taco de tortilla de patata, unos pimientos rellenos, o unas croquetas sin contaminar por ese humo cargado de nicotina que campaba a sus anchas por nuestros bares en ese 2010 de triste recuerdo, que ha llevado a la ruina a las economías de muchos países de este perro mundo”.
¿Pero de verdad se acabaron los malos humos? Y seguimos con el pestilente tabaco, del que durante muchos años, desgraciadamente, fui adicto. Así sucede que a causa del tabaquismo contagioso, en un bar de la provincia de Cáceres, el propietario del establecimiento le indicó a uno de sus parroquianos que apagase el cigarrillo que tan a gusto estaba fumando. Éste contestó que de eso, nada, que seguiría quemando tabaco, porque le daba la gana. Ni uno ni otro cedieron en sus posturas, y el consumidor asió una botella que rompió en la cabeza del responsable del bar, que trasladado en una ambulancia a un centro hospitalario, debieron de aplicarle dieciséis puntos de sutura.
El caso es que, hecha la ley, tan aplaudida por muchos y tan denostada por otros tantos, los malos humos han desaparecido físicamente. Pero problemas como la intolerancia, la falta de dialogo, la falta de comprensión y de aceptación de muchos principios básicos, han aumentado la atmósfera de falta de tensión convivencial que se pueden producir, y de hecho producirán, y de eso estoy seguro, de situaciones extremas no deseadas.
Así que el aire viciado sigue existiendo, y resulta extremadamente lamentable que haya necesidad de recurrir a normas sancionadoras con multas incluso exageradas, para hacer entrar en vías de normalidad circunstancias dolorosas que no satisfacen a nadie, en donde hay claramente pensamientos viciados por los malos humos. Por otra parte, que la falta de tolerancia no conduzca a quienes nos sintamos favorecidos por la nueva ley del tabaco, a perseguir como delincuentes a los fumadores. Que eso demostraría no estar preparados, no solo para la convivencia, sino para la coexistencia pacifica.
Pero para desgracia nuestra, los malos humos siguen existiendo entre los componentes de una sociedad que no tolera que el conductor que tiene delante reaccione un segundo tarde cuando el semáforo se pone verde, que recurre al insulto verbal o mímico entre las personas motorizadas. Para seguir con ejemplos, citaré a sectores de espectadores que insultan gravemente al arbitro de un partido de futbol, que chillan a unos jugadores que hacen lo que saben y pueden, que se enfrentan dialéctica hasta físicamente con los aficionados de los equipos contrarios. No digamos nada de los protagonistas en los parlamentos políticos que se dedican lanzar acusaciones que llegan a los insultos para vergüenza de sus representados, perdiendo la mas mínima credibilidad.
Queda dicho. Tras la ley antitabaco, aún quedan muchos tipos de malos humos para solucionar. Y eso no se consigue a golpe de decreto, sino con educación.
3 comentarios
Anónimo -
sol -
He intentado mandarte una foto aquí y no me deja.
Enhorabuena y felicita a la Merc por la pareja que tiene.
Besos
pablito -