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Mundo mágico

Montaña

UNA ESTRELLA EN EL FIRMAMENTO

UNA ESTRELLA EN EL FIRMAMENTO

“¡Cumbreeeeeeeeeee, cumbreeeee, cumbreeee! Carlos Soria se desgañitaba con voz ala vez firme y alegre en la madrugada del pasado domingo 18 de mayo a las 5.20 hora nepalí (9.05 hora peninsular española) cuando en compañía de Sito Carcavilla Urquí, Luis Miguel López y Carlos Martínez hollaban la cima del Kangchenjunga, la tercera montaña más ata de la tierra con sus 8.586 metros de altitud. “¡Estamos todos arriba y somos muy felices. Ha sido -decía Soria a través de un video difundido por el BBVA- una ascensión muy dura (14 horas) y todavía nos queda la bajada, pero estoy encantado de poder ofrecer por fin una cumbre a nuestros patrocinadores del BBVA, y a todos nuestros seguidores en todo el mundo que son muchísimos. Tengo la suerte de que puedo hacer lo que me gusta. Ahí estamos. Como he dicho, un saludo para los seguidores, los amigos y sobre todo la familia y las familias [del resto del equipo]. Un abrazo”. A las 16.49 ya se encontraban todos descansando en  el Campo III a 7.550 metros. Para alzar los brazos y hacer correr la espuma de las botellas de cava en el Campo Base (lo habrán hecho finalmente?), ayer bajaron antes al C-II (6.900 m.) y al C-I (6.200 m.) donde descansaron ligeramente  e ingirieron alimentos para llegar más enteros al Base. La emoción de saberse completamente a salvo les hacía sentirse un poco agotados por el gigantesco esfuerzo, que sin embargo era neutralizado por la intensa felicidad que se hallaba manifiestamente dibujada en sus rostros. Mientras tanto, una estrella enormemente especial seguía brillando con mayor intensidad que ninguna en el firmamento.

Siempre he tenido como norma en el ejercicio de mi profesión que el periodista no se debe involucrar en exceso en la noticia, y mejor es no involucrarse. Sin embargo desde el domingo pasado hasta que lleguen de regreso a Madrid, serán unos días muy especiales para mi, intensos en recuerdos e igualmente en choque de emociones. Diré sin temor a equivocarme que Carlos Soria es una persona a la que admiro intensamente y a la que profeso un gran cariño derivado también de los contactos personales y reuniones que me han hecho apreciar y verificar en él unas huellas auténticas e imborrables. Por sus valores humanos y deportivos y por su alto sentido de la solidaridad, sí que se merece más que nadie el Premio Príncipe de Asturias al Deporte.

Hecha esta salvedad sincera y sentida, y volviendo al estado emocional que todavía no he superado tras comprobar que los héroes del Kanchen ya descansan sanos y salvos en el Base, siento la necesidad interior de explicar que si esta expedición tenía un interés especialísimo para mi era por la presencia de Sito Carcavilla Urquí, un ejemplo de profesionalidad como geólogo investigador y de amor a la montaña, un amorío en el que siempre le he apoyado, y del que a veces me arrepiento. No sé, la afición al montañismo es difícil de entender a los ojos de la razón. Había un papa montañero que era Achile Ratti-Pío XI, que en pleno período de su papado, coronó el Montblanc por una vía que fue denominada “de los italianos”. El público en general no entendía tan aparentemente desmesurada atención a un deporte cargada de dureza y de riesgos, y así se le planteó una recepción en el Vaticano. Si no eres montañero –dijo a la persona que le preguntó directamente- no te lo voy a explicar porque no lo entenderás. Y si eres montañero no hace falta que te lo explique". La respuesta quedaba muy ágil e impactante para reflejarla en la historia con letra impresa, si bien igualmente expresó frases en torno al mundo de la naturaleza, y no me resto a reproducir una de ellas: “Un silencio solemne, un infinito y vivísimo centellear de astros sobre el azul profundo y aterciopelado, dijera, del cielo; un elevarse imponente de enormes masas y de cimas sublimes; un extenderse y encontrarse de sombras gigantescas sobre la cándida extensión de nieves y hielos.”

 Sito es un sobrino muy entrañable que me preocupa cuando pienso en los riesgos objetivos y hasta subjetivos que se dan en el ejercicio del montañismo. He perdido a más de un amigo en el entorno de las cimas, otros han quedado “tocados” para siempre. Ciertamente, el alpinismo es una actividad que comencé a vivirla infante y que me sigue fascinando a pesar de todos los peros. Le entiendo, en cierta forma le envidio porque me hubiera gustado ser igual, pero lo malo o lo bueno para él es que se ha iniciado en lo que los deportistas denominados irónicamente como una “droga dura” que causa grandes placeres para la mente y para el propio interior de la persona. Me temo para desesperación tanto de su mujer como de sus más directos familiares y amigos, que nos va a tener en vilo durante muchos años. “Sito, no seas cruel, pero sé feliz, que eso a fin de cuentas es lo importante”.

Por supuesto que el momento de cumbre en el Kangchenjunga de este madrileño con raíces aragonesas tuvo mucho de especial y sobretodo de mágico. Y si no me lo ha dicho él todavía, pero seguro que cuando estaba a 8.586 metros de altitud veía una estrella muy hermosa en el firmamento, una luz que le iluminaba sólo a él. Era el momento de decir: “Va por ti, mamá”.

 

MANUEL ESPAÑOL

En la imagen, un momento del descenso hacia el Campo Base


UN AÑO SIN J.R. MORANDEIRA

UN AÑO SIN J.R. MORANDEIRA

Ha pasado un año desde que nos has dejado, desde el día que en los brazos de Tonona exhalaste tu último suspiro y te despediste de nosotros. ¡Qué mal nos lo hiciste pasar aquellos días, y los siguientes…!, ¡cómo nos acordamos todo el tiempo de ti! Te fuiste demasiado pronto, y eso es algo que te lo reprocharemos siempre, quizás porque estos humildes mortales que has dejado a este lado, tengamos también nuestro lado egoísta, eso sí, siempre envuelto por el manto del máximo cariño hacia tu memoria, hacia ese recuerdo que paradójicamente también nos llena de vida. José Ramón, no soy amigo de poner calificativos en ninguno de mis escritos, pero ahora voy  a hacer una excepción y te diré que eres único, irrepetible; abriste unas huellas tan sólidas, tan impresionantes, que no habrá ya quien pueda borrarlas por más que la envidia corroa a  determinadas personas.

Mientras tanto, y en el transcurso de estos doce meses que llevamos sin ti, no creas que las cosas han mejorado mucho, que me atrevería a decir que están peor todavía. El caso es que a los once días de tu partida se produjo en España una huelga general encabezada por una gran pancarta: “Nos dejan sin futuro. Hay culpables, hay soluciones”. Pero mira, no quiero politizar tu ausencia, si bien hay muchas cosas contra las que me rebelo.

 Tu, que nunca has sido diplomático, ni políticamente correcto, pero siempre una persona especialmente sincera, sensible y culta y con un sentido del humor inigualable, que siempre te has definido esencialmente como “humanero”, has llevado por encima de todas, la bandera de la generosidad, la de tratar sea a quien sea en el plano de la máxima igualdad. Y si has podido encontrarte en este período de tiempo cara a cara con el Creador, no me extrañaría que le hubieses comentado la injusticia que reina en este planeta llamado Tierra, que en lo que va de 2013 no ha habido ni un solo día de paz, que de momento se han producido más de 95.000 muertos en la guerra civil de Siria, que siguen muriendo de hambre muchos niños… Bueno, que me desato por momentos y me aparto de lo que quería decir y contarte dentro de lo que es una carta de admiración hacia un hombre bueno, como no he conocido a nadie.

Siempre me decías que “la montaña es el estadio en el que practico mi religión”, y en este sentido, tu espíritu continuamente y sin interrupción  ha sido un devocionario. Lo que has hecho por el entorno del montañismo es profesar todo un mundo de fe, es decir, de trabajo, de estudio, y siempre de una manera constante sin escamotear el menor esfuerzo. Pionero de la medicina de montaña en este país aún llamado España, formado junto a los mejores especialistas internacionales, unido todo ello a tus múltiples horas de investigación plasmadas en más de cuatrocientos artículos científicos y en torno a los veintiséis libros, al final y gracias a la insistencia de personas muy allegadas a ti, a la Unidad Mixta de Investigación del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, se le ha puesto tu nombre, lo que ha sido una decisión cargada de justicia. Curiosamente, el pasado mes de septiembre se te fue concedido el ingreso en la Real Orden de Mérito Deportivo, categoría  de medalla de bronce a título póstumo, algo que me sabe a muy escaso, porque te merecías muchísimo más; si no, que se lo pregunten a los cientos de pacientes de los más diversos países que has tratado de congelaciones en tu hospital de toda la vida, convirtiéndolo en punto de referencia mundial. Lo malo es que ese proyecto tan tuyo como fue el CUEMUM (Cursos Universitarios de Especialización de Medicina de Urgencia de Montaña) con categoría de Master y al que le dedicaste miles y miles de horas de intenso trabajo y de ilusión, con la formación de grandes especialistas, se ha venido abajo. Al parecer, después de un funcionamiento efectivo y ejemplar, los responsables gubernamentales correspondientes, dijeron que no había dinero suficiente, que el asunto no resultaba rentable. ¿Es que la rentabilidad de la salud debe medirse nada más que en el plano económico?

Ha pasado un año ya, y lo auténticamente real es que en esta Tierra mortal se te admira y se te quiere, que has despertado conciencias, que tu recuerdo ayudará a que podamos guiarnos por el camino de la humanidad y la generosidad que siempre derrochaste con toda esa capacidad “humanera”, a lo largo y ancho a través de tus huellas imborrables.

 

MANUEL ESPAÑOL

 

 

 

 

José Ramón Morandeira García La Cruz, médico e investigador.

Historial facilitado por la Universidad de Zaragoza

Nace el 28 de septiembre de 1945 en Santiago de Compostela, dos años después se traslada a Zaragoza con su familia donde fija su residencia definitiva y adquiere su condición de Gallego y Aragonés, que siempre llevó con orgullo
En 1968, obtiene el grado de Licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, con la calificación de Sobresaliente.

Entre 1964 y 1967, cursa estudios en la Escuela de Periodismo de Madrid, realizando las prácticas correspondientes en el diario “El Noticiero” de Zaragoza, en el que durante dos años mantiene una página semanal sobre “La montaña y sus deportes”.
En 1969 es nombrado Profesor Ayudante de Clases Prácticas de la Cátedra de Patología y Clínica Quirúrgicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza y realiza una estancia de formación de seis meses en el Good Hope Hospital de Birmingham (Inglaterra).

En 1970 aprueba, con el número 1, las oposiciones de Médico Militar. Este mismo año realiza una estancia de formación de un año en el General Hospital de Standford (USA)
En 1971, ingresa como Médico Interno Pensionado por oposición de Cirugía en las Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza y participa en los proyectos de cirugía experimental que se desarrollan en dicha cátedra.

En 1973, realiza una estancia de formación de un año en el Hôpital de Dieu de París (Francia).
En 1975, Profesor Encargado de Curso de Patología y Clínica Quirúrgicas de la Facultad de Medicina de Zaragoza. Este mismo año es nombrado Director del Laboratorio de Cirugía Experimental de la Facultad de Medicina de Zaragoza
Debido al interés que le suscita la Cirugía Experimental decide cursar los estudios de Veterinaria en la Universidad de Zaragoza licenciándose en 1978 con la calificación de Sobresaliente.
En 1978, defiende su Tesis Doctoral sobre “Fisiopatología de las gastrectomías Billroth II”, obteniendo el Grado de Doctor en Medicina y Cirugía con Sobresaliente “cum laude”.
En 1980, obtiene los títulos de Especialista en Cirugía General, Especialista en Cirugía del Aparato Digestivo y Especialista en Traumatología y Ortopedia.
En 1983, aprueba las oposiciones del Cuerpo de Profesores Adjuntos de Universidad en Patología y Clínica Quirúrgicas.
En 1985 es nombrado coordinador del Animalario de la Facultad de Medicina de Zaragoza.
En 1987 preside la Comisión de Docencia del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza.
En 1988 es nombrado Director del Servicio de Biomedicina y Biomateriales de la Universidad de Zaragoza.
En 1988 y 1989, realiza una estancia de formación en el Abteilung Für Experimentelle Chirurgie de la Universidad de Heidelberg (Alemania) bajo la tutela del Profesor de Cirugía Experimental Dr. Konrrad Messmer.
En 1992 es nombrado Profesor Titular de Investigación (Cirugía Experimental) adscrito a la Universidad de Zaragoza.
En 1993 es nombrado coordinador de la Unidad Mixta de Investigación “Hospital Clínico Universitario- Universidad de Zaragoza” cargo que ostenta hasta el momento de su fallecimiento (noviembre 2012) A partir de 1995 coordinó los CUEMUM (Cursos Universitarios de Especialización en Medicina de Urgencia en Montaña), BOA no 12 del 31/01/2003
En 1998 fue nombrado subdirector para temas de Investigación del Departamento de Cirugía, Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Zaragoza.
A partir de 2003 dirigió el Master en Medicina de Urgencia en Montaña, Estudio Propio no 366 de la Universidad de Zaragoza.

Además era capaz de comunicarse en varios idiomas, inglés, francés, portugués, italiano, alemán, catalán y gallego.

Durante su dilatada vida profesional publicó más 400 artículos en revistas nacionales e internacionales. Participó como autor en más de 26 libros de carácter científico.

Es de destacar su participación en la European Society for Surgical Research, en la que llegó a presidir y organizar el XXVII Congreso de la misma en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza con la asistencia y participación de los más destacados investigadores en temas quirúrgicos del momento.

Dirigió 39 Tesis Doctorales, siendo todas ellas calificadas con sobresaliene cum laude.

En 1988 participó, en el diseño y elaboración de la normativa legal sobre el uso del animal de experimentación.

Durante su carrera fue distinguido con numerosos premios, más de 46, entre los que destaca la Gran Cruz de Plata, a título individual, de la Orden del Mérito de la Guardia Civil. Se sentía sumamente orgulloso de ostentarla.

Por último, el pasado 19 de diciembre de 2012 el Consejo de Administración de Zaragoza Deporte Municipal acordó por unanimidad otorgar, in memoriam, el Diploma al Mérito Deportivo, en la categoría de Deporte y Medicina a D. José Ramón Morandeira.

El Dr. Morandeira fue siempre una persona campechana, honesta y tremendamente trabajadora que luchó por sus ideales hasta el último segundo de su vida. Como él mismo decía, era cirujano y montañero, condición que le enorgullecía.

 

MIS APASIONADAS

MIS APASIONADAS

Hoy no soy el loco surrealista con el que lo paso tan feliz metido en su papel, si bien prometo volver a serlo, casi diría que de manera inmediata. Aparte de hacer el indio, mi vocación favorita y que he podido ejercer de manera profesional hasta no hace mucho toda la vida, es la del periodismo y la escritura. Por ello he sido un afortunado que ha tenido el privilegio de  estar constantemente en la punta de la noticia, y eso deja marca. Si tengo además en cuenta que el mundo del montañismo y el de la naturaleza, así como el de los propios montañeses se han desarrollado en mi  tan intensamente desde niño, y han estado estrechamente unidos a mi labor periodística, es lógico que mi “opera prima” en forma de libro, lleve el título de “Huellas imborrables”. Se trata pues, página a página, de hacer un canto a los paisajes, un homenaje sincero a los montañeses, de mostrar mi admiración y respeto a los montañeros que con tanta intensidad sienten las llamadas de las cumbres, como si éstas tuvieran un espíritu, un clima envolvente, que creo que sí.

 

Con esa admiración y espíritu, y sintiéndome un privilegiado por haber conocido y tratado estrechamente a personas que han sido tan esenciales para mi en el caminar por los senderos nada planos de la vida, no podía haber hecho otra cosa que abrir mi corazón y dar rienda suelta a emociones y sentimientos conducidos por mis mucho años de oficio. He tratado, en “Huellas imborrables”, de hacer un homenaje a quienes desde tiempos inmemoriales, escriben día a día, desde el principio de los tiempos la historia de grandes y pequeñas emociones en torno al mundo de la naturaleza, de gentes generosas que perdieron la vida en el medio, de otras que afortunadamente siguen con nosotros, y de quienes pasan los testigos de generación en generación.

 

El libro está dedicado especialmente a mi padre, un ser excepcional  en todos los sentidos, y un adelantado de su época, y a José Ramón Morandeira García-Lacruz, dos personajes únicos e irrepetibles, que tanto y tanto influyeron en mi vida, en esa tendencia que me trasmitieron para valorar intensamente el mundo del montañismo, y respetar a la naturaleza y admirar a los montañeses. No podían faltar tampoco los capítulos dedicados Carlos Pauner, que recientemente y a base de muchos sacrificios ha coronado su hermosa aventura de la conquista de las catorce cimas más altas del mundo. Y entre capítulo y capítulo se viven intensamente historias de muerte, vida, amor, humor y desamor. Lástima y lamentable fue que hombres como Pepe Garcés, Javier Escartín, Javier Olivar, Lorenzo Ortíz, Miguel Ángel Lausín, Pepe Chaverri… perecieran trágicamente en el intento. Pero quedan muchos y muy buenos, como Pepe Díaz, Ursi, Nanín, Juanito Oiarzábal,  el insuperable Fernando Garrido, Edurne Pasabán, Carlos Soria, Cecilia Buil, Elena de Castro, Marta Alejaldre, seguidos de un largo etcétera procedente de todos los países, que de publicarse íntegramente harían una lista interminable.

 

Espero y deseo que todos cuantos me lean en “Huellas imborrables”, disfruten como yo he disfrutado al escribir y realizar los trabajos preparativos. El montañismo es apasionante, es también divertido, y hasta no hace mucho, una apasionante muestra solidaria.

MANUEL ESPAÑOL 

J.R. MORANDEIRA: IMPRESIONANTE SER HUMANO

J.R. MORANDEIRA:  IMPRESIONANTE SER HUMANO

Van cayendo las hojas no sólo de los calendarios, y el otoño con sus colores amarillentos y rojos decadentes ha dado paso al invierno crudo, a una realidad no precisamente paisajística, y que en nuestro interior rechazamos. Y en el tránsito hacia las gélidas temperaturas, a primerísima hora de la mañana del 4 de noviembre pasado, nos quedábamos helados con una noticia que nos dejaba extremadamente tristes: José Ramón Morandeira García-Lacruz fallecía en el Hospital de Viella mientras participaba en una reunión montañera europea al más alto nivel. Había sido un mazazo de tal magnitud, que sacudió con la máxima intensidad las fibras sensibles del  interior más profundo de quienes le queríamos y admirábamos.

Su memoria, el legado que deja este abridor de huellas imborrables, impresionante ser humano, permanecerán grabados también en la historia de la investigación médica, del ejercicio de la ciencia de Hipócrates, de la práctica del montañismo, y de tantos y tantos aspectos de la vida…

De ese día fatídico ha pasado más de un mes, y con el espíritu mayormente sereno, pero con el recuerdo siempre latente y a la vez intensamente vivo, sigo repasando fotografías suyas alimentándome de muchos recuerdos. El hombre más luchador del mundo, el personaje más tenaz por las causas nobles que he conocido, se merece un homenaje que perpetúe su memoria. Y José Ramón, que nunca ha sido políticamente correcto, pero cuya vida constituido un batallar constante por las causas justas, que las ha defendido con una sapiencia profunda, producto de sus muchos años de investigación médica, de su constante tratar a enfermos de todo tipo, de hacer del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza un centro mundial de referencia en lo referente a las patologías de montaña, siempre se hacía escuchar, y de hecho consiguió muchas cosas que otros no hubiesen logrado. Además, su generosidad nunca conoció de límites, su contagioso y permanente sentido del humor nos hacía felices a todos.

Solía decir que las montañas constituyen “el santuario donde practico mi religión”. Era, es, irrepetible. Ha dejado unas huellas tan importantes que ni el paso largo del tiempo las podrá borrar. En su Santiago de Compostela natal de la que hablaba con tanto cariño, en esta tierra llamada Aragón, estamos en deuda con él. Y también me extiendo al resto de España, aunque sus sentimientos jamás conocieron de fronteras.

Sería hermoso que la ciudad de Zaragoza le dedicase una de sus vías, avenidas o plazas, que lo mismo ocurriese en las poblaciones de las tres provincias; entiendo igualmente como una maravilla, que algún pico, alguna montaña, llevasen el nombre “Doctor José Ramón Morandeira”.

Él siempre ha paseado por el mundo respirando sentimiento aragonés a través de  los poros de la piel y de su corazón, que era enorme, pero también con los sentimientos universales de amor  a la vida. Repito, estamos en deuda con él.

MANUEL ESPAÑOL

¿CÓMO ESTÁ SU CORAZÓN MONTAÑERO?

¿CÓMO ESTÁ SU CORAZÓN MONTAÑERO?

El verano se ha plantado casi sin darnos cuenta, y… ¡cómo aprieta Helios sin piedad…! El caso es que estamos en el tiempo de los excursionistas que acuden a “disfrutar del estío” en el interior de unos paisajes tan maravillosos como los que ofrece el abanico abierto de posibilidades existente en Aragón. Es el tiempo de la ilusión, de las ganas, de estar en plenitud con la Naturaleza. Los senderos están más concurridos, y personas de todas condiciones físicas y hasta mentales están dispuestas a hacer algún que otro exceso, sobrepasan sus posibilidades, y ocurre lo que ocurre: los servicios de rescate medicalizados trabajan a tope en montañas y barrancos, exponiéndose así las vidas de miembros de la Guardia Civil y sanitarios especialistas. El caso y la realidad es que, cuando llegan los meses de julio, agosto y septiembre, los accidentes se multiplican; personas que se pierden, que sufren caídas, que no soportan el sobreesfuerzo  físico, que no van con el ropaje adecuado, que sufren hipotermias, y así pasa lo que pasa…

Y claro, no se trata de ponerle puertas al monte ni a nadie, que luego aún habrá montañeros veraniegos que digan que ellos tienen derecho de ir a donde les dé la gana, que son ciudadanos que pagan sus impuestos, que no somos quienes para meternos en sus narices… Bueno pues no me voy a introducir en los orificios nasales de nadie, pero sí hurgar un poquito donde a veces duele.

¿Qué tal está su corazón, su salud montañera? ¿Ha acudido a realizarse la correspondiente revisión médica que le garanticen los doctores poder desarrollar con los menores riesgos posibles la actividad físicas de sus preferencias? Usted puede ser un enamorado de la naturaleza, ¿pero sabe donde está el límite de sus posibilidades? No lo rebase, que puede costarle un disgusto mayúsculo.

Les puedo asegurar, y me alegraría enormemente equivocarme, que en este estío casi recién iniciado, nada más que en el Pirineo aragonés, habrá muertos y heridos, en unas cantidades superiores a las del resto del año, incluido el invierno. Así sucede que cuando llegan los fríos, tan sólo suelen acudir  los sistemas montañosos los expertos y bien preparados técnicamente. Hay mayor riesgo y por lo tanto se controla más. Resulta muy significativo que tan sólo un porcentaje insignificativo de montañeros están federados. Federarse no es sólo obtener un seguro médico o deportivo, es un acto de solidaridad, es pertenecer a un club, aprender a través del mismo los secretos para adentrarse sin riesgos en el apasionante mundo envuelto por los más sugerentes paisajes.

Ante todo, ser prudente no es sólo una recomendación, sino una exigencia. Cuando inicia una excursión o travesía hay que dejar en casa o en el cuartel de la Guardia Civil más próximo, el itinerario a realizar y el horario previsto. También, cuando se está en un refugio, es muy importante que a la vuelta se les llame a las guardas para decirles que todo ha ido sin problemas. Tengan en cuenta que la falta de noticias pondrá en marcha el dispositivo de rescate, enormemente costoso para las arcas públicas y que costeamos todos los contribuyentes.

Por supuesto, hay que ser extremistas en cuanto a las precauciones a tomar se refiere. Y una de los consejos que me permito dar, es que en montaña, se lleve siempre la ropa adecuada. Botas adecuadas, calcetines recios, pantalón largo, siempre ropa de repuesto en la mochila, para no ir nunca mojados, chubasquero… Y en esta época en la que estamos más expuestos a las radiaciones del sol, tan traicioneras ellas a veces, no está de más aplicarse en el cuerpo la correspondiente crema protectora.

Con lo dicho (la lista de recomendaciones sería interminable) no pretendo meterles el miedo en el cuerpo, sino todo lo contrario. Las montañas hay que vivirlas con seguridad. Así se disfrutará mejor de este mundo tan apasionante, tan hermosamente intenso.

Pero especialmente insisto, en que hay que ser conscientemente de las propias limitaciones, que hay senderos, recorridos para todas las edades y posibilidades. No merece la pena arriesgar si no se está preparado, para sentir las grandezas de la montaña.

MANUEL ESPAÑOL

Foto: César Valero