EL TIRO POR LA CULATA
Menos mal que trato de ser un fiel seguidor de la teoría vital del humor, que si no fuese así lo iba a pasar muy mal, que de esta manera me ha ido en diferentes etapas de mi vida. A pesar de lo que me ha tocado lamentar, siempre me ha gustado reír, que era y es el mejor remedio para mis penas, y ahora, que he sobrepasado muy poco más que ligeramente la edad media, más lo necesito. El humor me ha dado confianza en mí mismo, con el tiempo me ha hecho perder la vergüenza, me ha devuelto un espíritu juvenil y mirar hacia adelante con un relativo optimismo. Eso no quiere decir que las cosas me salgan habitualmente bien, que con mucha frecuencia me sale el tiro de la frivolidad por la culata.
Voy a poner un ejemplo, que me sucedió hace poco en una hora punta en el metro de Madrid. El urbano tren estaba atestado de viajeros, y entre ellos se encontraba sentada una joven muy bella y escultural, que portaba minifalda (las piernas espléndidas) y una blusa que permitía ver generosamente parte de sus redondeces. Y uno, que por encima de todo es fiel en el matrimonio y que a pesar de la edad no ha perdido el buen gusto, me hice ese razonamiento tan manido de que “lo que se han de comer los gusanos, que lo vean los cristianos”. La niña, conocedora del alcance de su exposición, empezó a sonreír y yo a sentirme amedrentado. Entonces me dije: “Ya verás tu, ahora me dirigirá la palabra y yo no sé qué decir ni hacer. Me muero de vergüenza”. Que a mi me gusta hacer el indio, pero sin ninguna intención. Y la otra sí que se me dirigió: “Abuelo, que le cedo el asiento”. La muy ca……. Así se me fue todo el encantamiento. La chica, de repente, me pareció horriblemente fea, pues con mucha sorna, eso sí, me había hundido en la miseria. Que ni soy abuelo, ni estoy tan viejo. ¿Y dónde estaba entonces mi sentido del humor tan necesario?, ¿me había abandonado? De eso, nada. Cuanto más me acuerdo de la anécdota, más me río. Dicen que la risa beneficia tanto al cuerpo como a la mente. Así que ¡¡¡viva la salud!!!!, que quiero vivir muchos años y me gustan las personas que sonríen.
MANUEL ESPAÑOL
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