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Mundo mágico

PEDRO VOLVIÓ A SUS RAÍCES

PEDRO VOLVIÓ A SUS RAÍCES

Hace ya algunos años (no digo cuántos, por si acaso), un chico, casi un niño alto, moreno y delgado, además de guaperas al que se disputaban todas las chicas para envidia nuestra, se dedicaba a poner paz entre nosotros, que no parábamos de guerrear en todo el día. Aquello sucedía en Biescas, la tierra, el pueblo que nos vio crecer. Sí, allí, junto a Pedro Estaún, se puede decir que plantamos unas raíces, que asomaron con tal fuerza, que crecieron y crecieron hasta e punto de no hay quien destruya sus frutos, y con ellos los vínculos que nos unen. Pedro era juguetón y hasta un punto alegremente travieso, y desde nuestros años más mozos no dejaba de aportar sus puntos de sensatez entre los locos de sus amigos, sí esos chicos que robábamos fruta por aquello de la atracción de lo prohibido, que jugábamos a policías y ladrones, que mezclábamos machacando clorato potásico con azúcar y con los canutos de los hilos de coser preparábamos “sputniks”. Era divertido hacerse el “malo”, pero creo que en el fondo no conocíamos la maldad.

El caso es que fuimos creciendo y comenzamos a desarrollarnos a través de diversas vías y profesiones. Pedro era muy inteligente y trabajador, acabó siendo físico y sacó la carrera con unas notas excelentes. El caso es que todos nosotros, a pesar de nuestros caminos distintos, convergíamos todos los años en Biescas y salvo alguna que otra temporada, no faltábamos a esas citas que nos daban vida. Pedro, fiel a su trayectoria, continuó dedicándose al estudio, pero el sendero elegido en esta ocasión era el del sacerdocio, el que ya jamás se apartaría.

Ha pasado el tiempo, han sido arrancadas ya numerosísimas hojas de los calendarios, quizás con demasiada celeridad. Y el pasado 14 de agosto de este 2013, Pedro Estaún se convertía en el pregonero de las fiestas. Nuestro amigo, feliz, volvía así a unas raíces, también montañeras, que vibran en nuestros corazones.

 

Éste es el texto de su pregón:

“Estimados vecinos de Biescas y veraneantes que hoy empezamos estas fiestas patronales en honor de la Asunción de la Virgen, de San Roque y de Santa Elena.

 

Hace unos años Luis Estaún, nuestro alcalde, me pidió que pronunciase este pregón de las fiestas de Biescas. Se lo agradecí de verdad, pero  le dije que no me parecía oportuno que yo, como sacerdote, fuese la persona más adecuada para ello. No le pareció muy acertado mi razonamiento, pero accedió y entonces no fui yo el pregonero en esa ocasión. Han pasado ahora unos años y me lo ha vuelto a pedir en nombre de toda la corporación municipal y he considerado que ahora ya no me puedo negar. Tanto entonces como ahora agradezco de verdad esta delicadeza que se ha tenido conmigo. Pienso que para todos los de Biescas es este un verdadero honor y yo me siento realmente honrado por haber recurrido a mí. Os lo agradezco de verdad. 

 

Aquí he pasado muchos de los momentos más alegres de mi vida. Recuerdo de manera especial los veranos de mi infancia y primera juventud. Eran unos años en los que no venían todavía veraneantes. Estábamos solo los del pueblo o los hijos del pueblo. Fueron veranos maravillosos. Venía a la casa de mis tíos: Agustín –que fue alcalde durante muchos años- y Pilarín, su hermana; hermanos de mi padre. Comenzaba entonces el desarrollo de este pueblo en el que se notaban las enormes cicatrices de una guerra que había dejado aquí terribles consecuencias. Recuerdo muchas cosas de aquellos años, entre otras la inauguración de la piscina municipal en la Conchada. Dejamos entonces de ir a bañarnos en el río, en la badina de Los Chopos, como lo habíamos hecho los años anteriores. Eran años en los que íbamos caminando a las fiestas de los pueblos cercanos: a Orós, a Gavín, y regresábamos de noche cantando por la carretera por la que entonces no pasaba ningún coche.

 

Aquí me inicié en una afición que ha perdurado durante toda mi vida: el montañismo. Mis primeras importantes excursiones –cuando todavía era muy niño- fueron al Puerto de Biescas. Teníamos que salir andando desde el pueblo para llegar, horas después, a refrescarnos en Fontornera. Mis padres me dijeron que si aprobaba el año siguiente la llamada Reválida –tenía entonces 13 años- me dejarían subir a Peña Blanca. Eso ya sí que era una gran ascensión, y efectivamente ese verano ascendí a esa montaña tan emblemática para los de Biescas. Estas excursiones las realizaba, entre otros, con mi primo Rafael Oliver, con Carlos Albasini y con Ángel García, de quien guardo un entrañable recuerdo y quiero que hoy sea recordado en este inicio de las fiestas de Biescas. Gracias a Dios he podido continuar con esta afición durante muchos años. Hace unos meses pude celebrar la Misa en la cima del Aneto, el monte más alto de nuestro Pirineo, y hace poco más de una semana en la cima de la Gran Facha aquí en el Valle de Tena. Me alegra que ahora que al realizar ahora paseos por los alrededores de Biescas, encontramos los caminos mucho mejor acondicionados de cómo estaban hace años. Eso nos permite descubrir algunos lugares a los que entonces era muy difícil acceder. Hace unos días estuve en un lugar muy cerca de aquí del que antes no teníamos ni siquiera noticias: la fuente Maimona, a la que se puede llegar tras un precioso paseo pasando por la Caseta de las Brujas.

 

Los estudios y trabajos me llevaron después por diferentes lugares. Viví durante varios años en las Islas Canarias, trabajando en lo que entonces era mi profesión, ejerciendo como físico. Pero aún entonces, aunque ya no eran tan frecuentes mis estancias en Biescas, siempre tuve muy presente esta tierra y, sobre todo me acordaba en estas fechas de las fiestas.

 

Mi vida cambió después cuando, tras estudiar unos años en Roma, me ordené sacerdote. Quise que mi primera misa solemne –ese acto que se celebra en el lugar más entrañable- tuviese lugar aquí, en Biescas. Comprenderéis mi alegría cuando en la iglesia de San Pedro –barrio en el que entonces vivíamos- pude renovar el sacrificio de Cristo en la misma iglesia en la que tantas veces había asistido a la Misa que celebraba entonces Mosen Vicente. He tenido después la suerte de no estar lejos de esta tierra, salvo una temporada que viví en Suiza. Durante años viví en Pamplona y después en el santuario de Torreciudad, y ahora vivo en Huesca. Esto me ha permitido continuar con las visitas a mi tierra y el trato con muchos de vosotros durante todos estos años.

 

Recuerdo que uno de los años en los que vivía en el santuario de Torreciudad finalizó allí una de las etapas de la vuelta ciclista a Aragón. Corría entonces Indurain, que estaba en su época de apogeo, pero aquella etapa la ganó nuestro Fernando Escartín, lo que le llevó, poco después a proclamarse campeón de la Vuelta ciclista a Aragón. No os podéis imaginar lo orgulloso que yo estaba y lo que presumí ante mis amigos y compañeros de que uno de Biescas hubiese ganado allí esa importante competición. Y es que, los de Biescas siempre nos hemos alegrado mucho del triunfo de los de nuestra tierra.

 

Ahora, viviendo en Huesca, tengo la oportunidad de venir a Biescas con frecuencia y participar en alguno de los muchos actos que aquí se organizan. He participado, entre otros, en los organizados por la Asociación Erata. Recuerdo con agrado cuando el pasado invierno, unos días antes de la Navidad, subí con José Miguel Navarro y con un grupo de unas quince personas a poner el Belén en la ermita de San Benito, muy cerca de cima de Erata a más de 2000 metros de altitud. Subimos con mucha nieve. Era un día muy claro, con una visibilidad extraordinaria. Allí, desde la cima de ese monte desde donde se divisa con toda claridad Biescas sentí, una vez más, el orgullo de ser de este pueblo y pude comprobar desde allí lo bonito que es.

 

Otra de mis grandes alegrías ha sido el que saliera a la luz el libro que publiqué sobre la ermita de Santa Elena. La verdad es Santa Elena para los de Biescas es mucho. Todos la sentimos muy nuestra y acudimos a ella con verdadero entusiasmo, no solo en la fechas de su fiesta, sino también siempre que podemos. Al menos así lo hago yo. Resulta especialmente bonita la romería del domingo de Pentecostés a la que acuden más de treinta cruces de los pueblos de la comarca. Procuro no perdérmela nunca, como tampoco la del próximo día 18. Quiero aprovechar ahora aquí para agradecer a los muchos que habéis trabajado en el acondicionamiento de la ermita, además de Maxi y Sebastián Estaún no hay que olvidar a Enrique Aínsa y a los presidentes de la Hermandad, Antonio Maza, Paco Ara, Miguel Blasco... Y al tesorero Antonio Claver. También quiero agradecer aquí ahora a los habéis hecho posible la reconstrucción de la ermita de Santa Engracia no lejos de la de Santa Elena: a Rafael Oliver, a Sebastián Estaún, a Esteban Cajal, a Antonio Cajal, a Moncho de la Puente y a varios socios de Erata, entre ellos José Miguel Navarro, José Ramón Allué, Manuel Campo, Antonio Lalaguna, Paco y Pilar...

 

También me agradó participar con dos artículos en el libro, promovido por Ricardo Mur, nuestro párroco, y patrocinado por este Ayuntamiento, que hace tres años se publicó que llevó por título “Un paseo con Maxi por la historia de Biescas”. Allí contaba la intervención de los de Biescas en la batalla de Alcoraz, en el siglo XI, cuando un grupo de cincuenta hijos de esta villa participaron voluntariamente y de manera heroica a favor del rey Sancho Ramírez en la liberación de Huesca, dominada entonces por los sarracenos. Fue allí donde se hicieron acreedores de por vida del título de infanzones 20 familias de este lugar, entre ellos los Oliván, los Fañanás, los Aznar, los Acín, los Cajal, los Lalaguna, y otros más. Los descendientes de Biescas podemos, por ello sentir un noble orgullo por la valiente actuación de nuestros antepasados en una batalla que tuvo tanta importancia en los primeros tiempo de la Reconquista”.

 

Otra razón por la que vengo siempre que puedo a Biescas es porque en el cementerio de este pueblo tengo enterrados a mis padres y a toda mi familia. Ahora quiero desde este balcón del Ayuntamiento hacer un recuerdo agradecido a ellos y a todos los que en este pueblo les habéis ayudado, tanto a ellos como también a mí.

 

Como sabéis, este año han comenzado las actividades en el albergue o casa de connivencias en Jarandín. Es mi deseo –y estoy seguro de que así será- que esto constituirá un empuje para el pueblo. Está pensado para campamentos con chicos jóvenes y para connivencias con todo tipo de personas. Comprenderéis que para mi es un auténtico motivo de alegría que, en los lugares en los que yo he jugado siendo crío, sean otros los que ahora lo hagan. Mi deseo era que se llamase Jarandín, pero los actuales propietarios consideraron que este nombre, aún siendo muy bonito, para los que no son de esta tierra y no conocían el lugar antes, les puede sonar un poco infantil. Alguno decía que sonaba a jardín de infancia. No he podido oponerme a ello y se llamará Tramasierras, otro topónimo de este lugar que representa una partida  no muy lejana de Jarandín, aunque en el otro lado del río. Muchos habéis visitado el albergue. A los que no lo habéis hecho todavía, os invito a conocerlo cuanto antes. Es probable que yo no esté cuando vayáis, pero podéis decir que sois de Biescas y con mucho gusto os lo enseñarán.

 

Solo me queda agradecer al Ayuntamiento –al Sr. Alcalde y a los concejales de todos los partidos políticos-  y a todos vosotros que, desde este balcón que domina la plaza de nuestro pueblo, me hayáis permitido deciros estas palabras que, puedo confesaros con seguridad, me han salido del corazón. Quiero también hacer una referencia llena de afecto a las Presidentas, a las Damas infantiles de este año, y a todos los que habéis colaborado para que estas fiestas de Biescas continúen siendo, como lo fueron para mí durante tantos años: unos días de alegría, de amistad y de convivencia para todos los que ahora nos encontramos en este bonito pueblo de nuestro Pirineo.

 

Felices fiestas a todos y muchas gracias.

 

 

Pedro Estaún Villoslada

Biescas, 14 de agosto de 2013”

 

 

1 comentario

Pedro Estaún -

Muchas gracias, Manolo, por la introducción tan amable que haces a mi pregón. Ciertamente me acuerdo de aquellos años de nuestra infancia y juventud en Biescas, pero dices que yo era el bueno del grupo, cosa que no es cierta.