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Mundo mágico

¡POR MI SALUD MENTAL!

¡POR MI SALUD MENTAL!

Un día sí y otro también, me tengo que oír aquello tan manido de “tu estás loco”, o “te faltan varios tornillos”, o “estás como una cabra, vete al monte…”. Reconozco que algo de razón si tienen quienes me lo dicen, que por eso jamás me enfadaré una vez asumida mi atípica condición. Así que en el momento que puedo me agarro con sensatez al volante, y me voy a mi pueblo, a Biescas, a seguir con mis sueños un tantos surrealistas teniendo como fondo esas montañas que me fascinan, como compañía personas que tanto me han dado o siguen dando y a las que tanto debo, y aquí paz y después gloria. Sí, me gusta sentirme como un monocomando incontrolado con ganas de juerga, y hasta de meditación, quizás no demasiado mística. Pero qué le voy a hacer si soy un poco cabra…

Estoy profundamente enamorado, y ya se sabe que el amor también conlleva una mezcla de locura debidamente salpimentada con unos gramos de cordura (los justos, no demasiados) y un constante sentido del humor, este último como ingrediente esencial en un menú de alto nivel para disfrutar de la más larga, y si puede ser divertida, mejor convivencia. Y de esta manera uno aspira a pasar los años como un alegre guerrero y pacifista. Sin embargo he aquí que la tranquilidad no suele durar demasiado por más que se intente, por más que se ceda, por más que se diga amén, ya que las hojas del calendario ceden y ceden, pasan los lustros, y tratan de velar por nuestra la salud ante la aparición de unos achaques, primero de una manera intermitente, y después ya no tanto. Ante estas situaciones no deseadas suelen hacer su aparición los galenos, a instancias de la jefa propia, fiel y amorosa.

 Anteriormente, años atrás, en los colegios nos llegaron a decir que el sexo era sucio, malo y pecaminoso, lo que nos hacía a muchos tener un sentimiento de culpa y de falta de respeto al prójimo, mientras la naturaleza que nos decían la había dado Dios, no reblaba en su discurrir y nos hacía pecadores, y hala… ¡a confesar!, por lo que el infierno era una amenaza constante. Unos evolucionamos pronto y otros no tanto, pero fueron desapareciendo determinados complejos. En el fondo éramos unos verdaderos inocentones y nos lo creíamos todo. Ya en la madurez avanzada en la cual me encuentro, hacen su aparición los médicos, algunos de ellos amigos desde la infancia, y todo lo solucionan con medicinas. Te prohíben el tabaco (no fumo), el alcohol, te descubren que tienes tensión, que no puedes tomar sal, que la vista anda renqueante, que tienes que ponerte unas gotitas todos los días, que hacen su asomo los primeros síntomas de reúma, que debes de cuidarte, que el colesterol está alto, que drásticamente dejes las grasas. Y a mi, que me gustan tanto los torreznos, los callos, el chorizo, morcilla, huevos, gambas, mantequilla, queso, natas, entre otros, además de los alimentos azucarados. El caso es que tras una sesión de estas en las que el doctor te deja tan cabreado, le preguntas inocentemente: “¿Y el sexo?”

_Eso es buenísimo, todo lo que quieras.

Y yo me quedo como un gili ante la risotada del médico. ¿No es para volverse loco después de haber perdido tanto los años? Así que te planteas ya la necesidad de que debes de poner en orden tu salud mental. ¿Un psiquíatra?, ¿un neurólogo?, ¿un psicólogo? Trato de transmitirme fuerza de voluntad, hago dieta, intento adelgazar y en ocasiones el apetito se hace muy exigente, y no entiendo de tantas razones por mucho que sea el cariño con que nos las dan. Así que les hago algunos pequeños cortes de mangas a mis médicos sin que se enteren (chsss), y pongo en marcha mi propia terapia para combatir esta locura galopante que se está apoderando de mi persona. La verdad es que para no sentirte un auténtico y enfermizo chiflado, lo apropiado es hacerse de vez en cuando un buen homenaje. Para ello, nada mejor que con un par de huevos, fritos, por supuesto, acompañados de jamón o chorizo, pimientos y patatas fritas. Esto lo he llevado a la práctica este pasado verano en Casa Ruba en Biescas, y he creído sentirme en la gloria. Con un par, con un entrecote a la brasa de esos tan buenos que hay en mi tierra, y con un montón de cosas muy variadas ellas, mi salud mental está a salvo, que la otra…

Bueno, que hoy me quedo con los huevos, que mañana será otro día.

 

MANUEL ESPAÑOL

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