Blogia
Mundo mágico

ATAQUE DE CELOS EN EL METRO

ATAQUE DE CELOS EN EL METRO

Mecachis la pena negra que me envuelve. Hoy he vuelto a entrar en el metro madrileño (soy adicto a este medio de transporte) donde surgen las sorpresas y los imprevistos!. Unas veces te alegran la mañana o la tarde e incluso la noche, y otras te ponen los nervios a prueba, y hasta puedes entablar conversación con gentes de todo tipo, como niñas monas, jóvenes coquetas y hermosas o tíos simpáticos, que también los hay. El caso es que en esta ocasión entro en el vagón tomado en la estación de  Ópera, y como no hay asiento libre me quedo de pie. Muy cerca de donde me hallo está ella sentada,  y no puedo apartar los ojos de esa figura grácil, hermosa y angelical a la vez. Cuando más embelesado estoy ante esta belleza racial y rubia, ella pone cara de sorpresa al tiempo que me mira fijamente y lanza sus mejores sonrisas. Mientras, recibo un codazo en el brazo derecho, y un caballerete con cara picarona me dice que "la tienes en el bote". Así que me vuelvo y le digo que "por supuesto que sí. Fíjate que es mi mujer...". El otro me pide perdón por su frivolidad, le digo que no tiene importancia, que "mi Jimena me sorprende todos los días, es una mujer maravillosa. ¿Verdad que llama la atención?". El caso es que durante tan breve diálogo para besugos, queda vacío un asiento al lado de Jimena, y cuando me doy cuenta se sienta el típico ligoncillo y patoso a la vez. Tiene cara de gilipollas, pelo canoso, ondulado, muy sonriente y saludador, y muy hortera, que cuando abre la boca asoma un diente de oro. Ella me mira como diciendo "resígnate" y a la vez responde con otro saludo y una sonrisa al pollo ese. Noto que se enzarzan en una animada conversación, que él le saca su móvil y ella el suyo. Mientras, el coleguilla que estaba de pie a mi lado, se calla y huye de mi educada e irónicamente, no sé muy bien si con una sonrisa picarona, como si pensase que había ido de farol ante una dama que es la mía. Y claro, la situación de esta manera planteada, no es plato de buen gusto, lo que me provoca un semblante un tanto serio y diría que hasta ácido. Me fijo más en mi mujer y en su pareja, que se hallan en una posición reposada. Pero no paran de hablar, que el pollo saca papel y boli para anotar y ella dice no sé qué, que rápidamente el otro se mete de nuevo los artilugios esos en el bolsillo. Por fin llega la parada más cercana a nuestro domicilio, y Jimena se levanta,  va donde estoy yo, me toma de la mano, subimos las escaleras que nos llevaran hasta la superficie donde luce el sol, a ver si me aclaro. "¿Por qué estas tan serio?", dice mi medio limón con una cara de guasa que no se puede aguantar. "Porque no soporto a los chuletas maleducados y entrometidos. ¿Que, era gracioso?"

-No mucho, más bien nada; pero el hombre no tenía malas intenciones.

-Pues yo contigo las tengo a todas horas. Además he visto que os enseñabais los teléfonos.

-Ay que feliz me estás haciendo Gabino. Parece que te ha dado un ataque de celos.

-¿Yooooo, y del tío ese? Lo último que me podía suceder, ¿A mí? Bien equivocada que estas.

-Pues me ha propuesto quedar algún día para conocernos más y ver si de alguna manera podíamos encajar. Además me ha dicho que acababa de divorciarse y que necesita pareja que le entienda.

-Si será cabr.......

-Claro, que le he contestado que estoy muy enamorada, que tengo el mejor marido del mundo, que en esos momentos nos estabas  viendo y empezaba a verte mala cara.

-¿Y qué te ha contestado?

-Nada, que en ese momento ha decidido meterse de nuevo en el bolsillo el papel y el bolígrafo que había sacado para anotar mi teléfono y darme el suyo. Yo creo que cuando te ha visto se ha quedado impresionado de tu buena presencia. ¡Eres insustituible! ¿Acaso has pensado que iba a coquetear en serio con ese esmirriado? ¿Y por eso te has puesto celoso?.

-Insisto, que de celoso, nada; bueno, que para ser sincero, solo un poco. Pero yo entiendo  al ligoncillo ese, que no tiene otra cosa que el mismo gusto que yo. ¡Ay Jimena, que eres mi bombón de nata y fresa, que no puedo querer a otra más que a ti.

A tantos grados de amor asciende la conversación, que aquí me paro, freno en seco y no digo más, que las interioridades no son precisamente para airearlas. Quien tenga imaginación, ya sabe.

 

MANUEL ESPAÑOL

 

 

 

 

0 comentarios