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Mundo mágico

SANGRE ROJA Y CORAZÓN A LA IZQUIERDA

SANGRE ROJA Y CORAZÓN A LA IZQUIERDA

Por si no lo saben, mi sangre es roja y el corazón lo tengo a la izquierda. Eso mismo le ocurre a Esperanza Aguirre y lo tiene en común con Alberto Ruiz Gallardón y Mariano Rajoy, entre otros mortales de distintos signos. ¿Y la cabeza? Ahí comienzan mis dudas, que de ellas dispongo ya de un mar lleno y he escalado muchas montañas, abriendo incluso primerísimas vías mundiales, no físicamente, por supuesto.  ¿Qué tengo en  común con las tres personas mencionadas? A mi me gustaría saberlo, porque por más que parezca dificilísimo, algún punto de encuentro supongo que habrá, si bien con tanta tijera repartida generosamente entre sus partidarios, se cortan muchos hilos y se establecen abismos.

La señora Aguirre tiene sentido del humor, y eso me gusta, si bien su absolutismo privativo tan perfectamente transmitido a su sucesor en la Comunidad de Madrid, me irrita terriblemente, como me excita la altivez mostrada en diferentes ocasiones ante momentos que se le escapan de las manos. Gallardón es un musicólogo, hay  que reconocerlo, y en ello estamos en sintonía, pero en su afán recaudatorio ha puesto la justicia en manos de los más favorecidos económicamente, y eso es algo que no puedo soportar. Y con el jefe Rajoy tengo también en común que amamos el deporte, si bien no coincidimos ni en lo mínimo en lo que a infraestructuras y promoción de las actividades se refiere. Mariano Rajoy, además, capitanea la nave de los sastres de este país todavía llamado España, por aquello de que está constantemente tomando medidas, más que con el metro y con la aguja, con tijeras de diamante, que aguantan mayormente que el acero. Y no quiero extenderme con los miembros del Gobierno, ni con la sanidad, educación, etcétera, etcétera, porque así habrá tema para muchos días más.

Reconozco personalmente que algo loco puede que esté, y que también tenga sentimientos e ideas que rayan con el surrealismo. Bueno, pues me gustaría que tanto a los políticos populares, como socialistas, chunteros, nacionalistas, y demás miembros del arco este tan raro y extraño en el que están inmersos, abandonen el insulto, las descalificaciones y las malas artes para hacer política. Que el concepto de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, se vaya al carajo. Y aunque sea exportado, puedo asegurar que me gusta más el principio fundamental francés, de “Libertad, igualdad y fraternidad”, aplicado a todos los órdenes de a vida.

Hace pocos días se celebró la fiesta de los Reyes Magos, y como millones de españolitos expresé mis deseos, no solo para los integrantes de la casta política, sino para todas las personas del mundo. Reconozco que lo mío es, como he dicho antes, una locura surrealista, y algo “tocado” pienso que estoy, pues aun creo que hay que destrozar las barreras que nos separan de las utopías perseguidas. Estoy seguro que hoy en día, aunque muchos expresen lo contrario, sobra odio y hasta insolidaridad. Por ello mismo me gustaría que a todos los seres humanos se les transmitiese una buena dosis de oxitocina, que a decir de los investigadores, se trata de una hormona descubierta en los años cincuenta y que produce efectos que nos ayudan a ser más felices. Y no es una felicidad artificial que evade de los efectos de la realidad que asfixia día a día, sino que a través del cerebro produce efectos muy importantes de cara a la consecución de cierta estabilidad emocional y combate estados de ansiedad, estrés, potencia las relaciones sociales, lo que consecuentemente puede eliminar hasta la mala baba. Diría que sería bueno aplicarla no sólo con medios inyectables, sino algo mejor: un simple abrazo, una caricia, una mirada tierna, un beso, que hace que se estimule decentemente, y que aumente también con el consumo de dulces y chocolate. No olvidemos tampoco, que la oxitocina igualmente forma parte del ciclo de respuesta sexual. ¿Verdad que ustedes creen que sería bonito ver en los hemiciclos a diputadas y diputados besándose y dándose abrazos?, ¿qué Soraya Sáenz de Santamaría y Alfredo Pérez Rubalcaba, mirándose a los ojos, bailasen un vals o un tango desgarrado con cámaras en directo en el descanso de una sesión plenaria? Más de uno diría que estábamos todos locos, que este país, así iría a la ruina. Pues si cabreados, nerviosos, estresados e indignados como estamos ahora nos hundimos, igual, en medio del hundimiento, la presencia de esa hormona en el cerebro conseguía arrebatarnos alguna sonrisa, que en estos tiempos no es poco.

 

MANUEL ESPAÑOL

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