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Mundo mágico

ME QUEDO CON LOS PRIMOS DEL PUEBLO

ME QUEDO CON LOS PRIMOS DEL PUEBLO

 Iba este mediodía haciendo mi caminata por la inspiradora senda del Paseo de los Besos Robados, a orillas de un Ebro, que evidentemente bajaba con un nivel de agua más bajo que en la riada anterior, y me encuentro con el cantautor guitarrista que se dirige a los peces y que canta a los pobres patos que suelen acabar en las cazuelas. Me dice que ahora se ven muchos más, pero que no le hacen demasiado caso, posiblemente porque le ha dado por cantar en polaco. Me dice que luego lo intentarl, al cantante, precisoanas de decirle que cante a los siluros a ver si aparece alguno y se lo come a para decirle "e que ahora á en andaluz granadino a ver si hay más suerte. Me han dado ganas de decirle que cante a los siluros a ver si aparece alguno y se lo come a él, al cantante, preciso. Ha sido un cruce mas bien breve de tiempo, lo justo para decirle “agur” y poder empezar mis habituales meditaciones laicas en busca de mi propia carcajada. ¡Mira que soy egoísta!. Sin embargo, mientras dirijo la mirada hacia el agua turbia y a las torres del Pilar, me ha dado por el inicio de esa canción de Serrat “Cada loco con su tema”:

“Cada loco con su tema,

contra gustos no hay disputas:

artefactos, bestias, hombres y mujeres,

cada uno es como es,

cada quién es cada cual

y baja las escaleras como quiere”.

Es que me gusta mucho esa letra, que está cargada de razón hasta para los irracionales poseedores ellos solos de la verdad de las barbaridades que alardean, que como quien no piense como ellos, es que es tonto o ignorante. Y como no recuerdo la canción entera, termino con el consabido lalalalalalalalalalalala. Vaya marcha que debo llevar, pienso así a tenor de las sonrisas de pacíficos paseantes que no pueden evitar las miradas maliciosas dirigidas hacia mi persona. Y si soy así, ¿qué le voy a hacer?

Tan mochales me encuentro que en un momento dado de mi abstracción mental senderista, veo visiones y no salgo de mi asombro. No sé si allá a lo lejos diviso la silueta de la dama de las camelias con su mirada triste o es mi  primo Marcelo el trompetista, el bonachón que hizo huir a las vacas del pueblo provocándoles ataques de mala leche. O los dos a la vez. Pues no, que conforme me acerco veo que son el mismísimo primo y su mujer, que han venido a Zaragoza a pasar el día y sin avisar, pero eso sí, portando un paquetón, que supongo habrá sido traído de su fábrica de salchichas que tan bien les va. “Sí, sí, que son salchichas, me dicen”. Y ¡justo en ese momento!, me suena el teléfono. Al otro lado, la voz de Jimena que me dice que se le había olvidado decirme la noche anterior que iban a venir los primos a estar con nosotros. Claro que mía respuesta es “sí cariño, ya sé que te alegras mucho, pero es que ahora estoy con ellos. Sí, mi amor yo también te quiero. Besitos”. Y cuelgo para decirles a los familiares que “me ha dicho la mujer que os trate muy bien, que sois muy buenos”. ¡Buuf, qué trago!. ¡Pero si es que me da una alegría veros….” Otro beso, prima, y a ti Marcelo no te lo digo, que eres muy feo, ja ja j aja…” “¿No habréis traído también alguna morcillica sin colesterol…” Y chorizo, y jamón que habían guardado en el bar de Paco para no llevar demasiado peso. ¡Pero qué primos! Así que decido ir a por el coche para no pasear por Zaragoza con semejante carga, tomo la precaución ya de vuelta a casa de guardar la mitad de la mercancía en el maletero ante las protestas de ella, pero con la bendición de Marcelo, que me cuca el ojo con aires de complicidad. “Ay primo (le digo) qué te voy a decir que tu no sepas… Ahora sí que te doy un beso”. Espero que no se entere el endocrino de este desaguisado que estoy tramando.

 

MANUEL ESPAÑOL

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