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Mundo mágico

MI BRÚJULA LOCA Y SURREALISTA

MI BRÚJULA LOCA Y SURREALISTA

He salido a los caminos sin saber cual elegir. El de la Melancolía me parece triste y no me ha gustado, el del Último Romántico tampoco, el de la Derecha no me convence, el de la Izquierda tiene muchas piedras de canto y restos de botella machacadas. Bueno, tendría que alquilar una aprisionadora que eliminase todos los obstáculos hasta convertirlo en un deseado sendero idílico en el giro hacia la “gauche”, pero no tengo dinero para acometer tamaña empresa, que si jugamos nada más que con las cartas generales y únicas, y con el apoyo de generaciones no maleadas, el panorama lo veo bastante negro. Y sigo preguntándome, ¿hacia dónde viro?. Vamos, la eterna duda, he aquí la cuestión. Y no me digan que tire por la calle del Medio, que además que no existe, es como dar bofetadas al aire con el consiguiente cansancio y además inútil. Y si pregunto ¿dónde se halla el centro ese hacia el que me muestro tan incrédulo? Seguro que la risotada es general en toda esta "piel de toro" con cuernos y demás aditamentos. Perdón, que no sé lo que digo, que llevo encima todo un revoltijo mental que no conduce a ningún lugar en el que la existencia no se vea complicada. El caso es que tan solo y modestamente mi único objetivo es encontrar la vereda que me guíe hacia un estado de sonrisas, de paz, de buenos deseos y mejores hechos, así como de libertad y respeto. Y las encrucijadas están tan difuminadas… Así que ni a derecha, ni izquierda, ni norte, ni sur, ni... Está claro que la brújula de la humanidad en la que pienso se ha vuelto loca, ha perdido toda la orientación.

 Me dice el amigo Pepote que con estas ideas no puedo ir por el mundo, que debo mantener al loco surrealista que soy en estado puro, y que debo proceder de inmediato a eliminar motas que manchan en exceso mi higiene mental. “Eliminar motas que manchen en exceso mi higiene mental…” Pues bien mirado, eso me gusta. En mi paseo diario junto al río, me entretengo al observar a un perro de pequeño tamaño que corretea por la hierba y recoge la pelota que le lanza su dueña, hasta que me la ofrece a mi, y ella me dice que “al animalito le has caído muy bien y quiere jugar. Tómale la bola y tírala lejos, pero sin que caiga al agua. Ya verás cómo te la devuelve”. Y el incansable can corre a una velocidad endiablada, coge la pelota con la boca y con una expresión alegre me la deposita, no sin pedirme antes una caricia. Así, con esta actividad tan sencilla, mejoro en mi humor y hasta río y simpatizo con una joven que sabe sonreír y que transmite alegría. Creo que el camino hacia lo que yo quiero lo he encontrado, pero aún quedan unas cuantas horas. Como estoy en la orilla sigo lanzando mi mirada hacia el cauce fluvial y veo dos patos que juegan entre ellos, al poco pasan dos piragüistas del Centro Natación Helios que me han reconocido porque son amigos de un sobrino y me saludan afablemente, se acercan hacia la orilla y me invitan para en posteriores días a unirme a ellos en el discurrir acuático. Y bien que  me apetece. Suena el teléfono a veces perturbador de la paz que se goza en el momento, pero que en esta ocasión es la voz de la tía Cuqui, que está al otro lado, que cuando quiera y le avise con tiempo, me preparará unos callos garbanzos con callos que sabe que me encantan, y después de decirnos las tonterías de rigor, señala que me va a dejar porque debe preparar una tertulia con sus amigas, a la que asistirá el cura, “sí de estas que me calificas de Rosario y Chocolate”, apostilla, porque la jocosidad es enorme por parte de los dos. Momentos después paso por uno de los chiringuitos que están junto al río y escucho a Miguel Ríos, me paro. Continúo hasta la siguiente canción cargada de ritmo, y noto que ya se me van los pies. En horas se me ha producido un cambio en el estado de ánimo camaleónico, en el que el triste pesimista que ha salido de casa ha cambiado de nuevo al alegre y a veces divertido loco surrealista, que también piensa en un mundo mejor. Con humor se puede conseguir todo lo que con la tristeza, y el pesimismo jamás. Así me alejo del lugar recordando y riendo al pensar en el pretérito, el presente y el futuro. Así que sed muy felices…

 

MANUEL ESPAÑOL

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