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Mundo mágico

VÍCTIMAS DE LA CRUELDAD

VÍCTIMAS DE LA CRUELDAD

 

 

A veces pienso, no mucho, pero creo que la cabeza la tengo para darle un acabado al cuerpo. Y así voy caminando por esos mundos de Dios y a veces de ese demonio que nos confunde. Es que no me aclaro ni hacia delante ni hacia atrás, ni a derecha ni a izquierda. Sí, este planeta que llamamos Tierra es cono un mosaico de millones de colores en el que cada uno tira para su lado. En un país, en un entorno de países se nada en la abundancia y se crean problemas en donde no existen. La saciedad también crea necesidades e insatisfacciones. ¿Que ironía, verdad? Además el porcentaje de suicidios es muy elevado. Y dicen muchos rotativos de prensa libre, no liberada,  que la tristeza les invade incomprensiblemente. Mientras, al mismo tiempo, en las zonas desértica y paupérrimas, y otras no tanto, los niños se mueren de hambre, los jóvenes no pueden ayudar a sus mayores y visto lo visto, hacen muchos kilómetros de un punto a otro del globo poniéndose a veces en manos de las mafias, con el único objetivo de abrirse camino hacia el sustento. En torno al 50 por ciento de los “inmigrantes sin papeles” se quedará en el camino, o bien entran en la aventura formando parte de una concentración inhumana en barcos desvalidos o balsas sin ningún tipo de seguridad. Mientras, los que tienen la suerte de llegar tras saltar vallas altamente peligrosas, en un porcentaje muy alto son rechazados por las policías con maneras brutales. Otros son devueltos inmediatamente y vuelven a intentarlo, aun siendo conscientes de que haya un momento en el que se les trague el agua en medio de una agonía desesperada. Es horrible lo que pasa mientras algunos jefecillos de Gobierno con aires dictatoriales, se hacen con el poder en países asquerosamente ricos y acumulan inmensas fortunas, tan elevadas, que en la desarrollada Europa nos llevaríamos las manos a la cabeza sintiéndonos víctimas de un vertiginoso mal de corazón y de cerebro. Es cuando da qué pensar para qué tenemos la cabeza si no la sabemos ni podemos emplear. Estoy plenamente convencido de que de los millones de intentos que se producen con a veces casi seguro coste de la propia vida, si tienen oportunidad de vivir con un mínimo de dignidad en su propio país, no se moverían. Son gente que no quieren morir de hambre, que desean vivir con dignidad. Ahora se ven rechazados, devueltos y humillados, si bien algunos de ellos, los que han logrado entrar en el “Gran Mundo” se ven obligados a actividades clandestinas con el consiguiente desprecio de muchos ciudadanos que no los sienten como seres humanos. Dentro de mi corta capacidad parea pensar, les sugeriría a la señora Ángela Merkel, a su colega Mariano Rajoy y al monsieur François Holland, entre otros, que hiciesen algo más, que está muy bien eso de repartirse las zonas de acogida, pero que dentro de mi diezmada inteligencia frente a los bien pensados  próceres que hacen todo por el pueblo pero sin el pueblo, que destinasen buena parte de los  que dicen ser gastos ocasionados por los inmigrantes y la “excesiva invasión” de los mismos, que sean más humanos, que no unten a los dictadores de turno para sacar beneficios, que la riqueza pueda ser distribuida de una manera equitativa. Si así fuese, ¿habría tanta inmigración? Que no, que ya valen esos diretes que primero son… ¿No es un contrasentido y una pena enorme que ocurran estas cosas en tiempos de la globalización?

 

MANUEL ESPAÑOL

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