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Mundo mágico

"ADIÓS ABUELITO". "ADIÓS TITI BUENA"

"ADIÓS ABUELITO". "ADIÓS TITI BUENA"

Después de casi un mes en Madrid, he regresado a Zaragoza y encaro una nueva etapa de “Mi hora bruja”. No, no es que me hayan tratado mal en la capital del Reino, sino todo lo contrario. Ocurre que el último día me sumí en una depresión muy pasajera, que mecachis la madre de la bellezón que me “asaltó” en el metro que me iba a llevar a la caminata por el viejo Matadero y Madrid Río. Bueno, el caso es que es que en el Suburbano ese, un Circular que como te descuides te pierdes, suele convertirse de vez en cuando en una fuente de sorpresas, tal y como me ha sucedido en más de una ocasión.  Así que accedí al correspondiente vagón que estaba atestado de gente, y por supuesto, sin ningún asiento libre. Pacientemente me dije que “por lo menos, como persona curiosa que soy y como eterno observador profesional de la realidad que nos rodea, me dedicaré a contemplar el panorama”. Y no sé por qué mi mirada se dirigió rápidamente hacia una morenaza espectacular de ojos negros, con lo que me quedé tan ensimismado que ella se dio cuenta inmediatamente. Ella, con el gesto, me hizo señas para que me acercase donde se encontraba, y yo tan coloradote, había perdido la calma que siempre me ha caracterizado y volví a los tiempos de la máxima timidez. Calculo que transcurrieron tres segundos hasta que llegué a su lado, y Milady (por llamarla de algún modo) se levantó de su asiento para cedérmelo inmediatamente. “Señor –dijo- siéntese, por favor, que a mi me da igual estar de pie”. Protesté educadamente, dije que a mi me gusta que todo el mundo me trate con confianza y con miramientos, los más escasamente posibles. Le di todo tipo de explicaciones, que no tan viejo, que si era deportista, que estaba preparado para hacerme inmediatamente veinte kilómetros sin parar y a paso rápido, etc., etc. Vamos, que empezaba a ir de fantasmilla y ligón incapaz, pero que acabé sentándome, que no fuera cuestión de que otro listillo me quitase lo que me habían ofrecido. Ante mi última protesta y a la pregunta de por qué había tenido ese detalle me respondió con una risa de lo más contagiosa, que “para hacer algo de ejercicio y así ponerme más buena”. Ahí perdí la timidez y recuperé mis reflejos, a veces descarados: ¿”Aún más buena?” Y lo dije tan alto que provocó las carcajadas del personal que estaba en la proximidad. Ella se puso también muy roja, y el guasón del vecino de asiento: “Oid, chicos, que para que sigáis más cómodamente con vuestras bromas, os dejo mi sitio”. Milady igualmente accedió con gusto a estar a mi lado, con lo que le respondí con una sonrisa. Afortunadamente, ella tenía un libro entre los brazos, y pensé que gracias a él podría encarrilar una conversación:

_¿Cual es el título?

_”Cincuenta sombras de Grey”. Te gustará, hay mucho sexo.

_¿No será una insinuación?

_ Jajajajajajajaja. ¡Qué más quisieras tu!

_No, si eso también es verdad. Por cierto, ¿a dónde vas?

_ A Madrid Río, igual que tu. ¿Qué tal si vamos juntos y hacemos footing?

Mi respuesta era bastante clara: “No se si te habrás dado cuenta que entre parada y parada, hemos dado una vuelta completa al Circular, y ahora estamos en el punto de partida. Así que de footing, nada de nada, ni antes ni después. Lo hemos pasado muy bien y nos hemos divertido, pero si continuamos otro recorrido, llegaré tarde a casa y mi Jimena se mosqueará. “No, si se lo digo yo a tía Jimena, que he estado toda la mañana con el tío Gabino y que lo he pasado muy bien con él, le gustará”.

“¿Pero tu estás loca? ¿Por qué me llamas tío?”, le pregunto. La respuesta está muy clara: “Porque yo soy hija de Mariola, la prima hermana de tu mujer, y por lo tanto soy tu sobrina. Efectivamente, ella tenía razón, y en ese momento me entraba un canguelo tal que se me puso todo el cuerpo a temblar. Soy un despistado mayúsculo, y menos mal que la chica tiene un gran sentido  del humor. A modo de despedida, nos damos dos castos besos. Ella me dice: “Adiós abuelito”. Y yo le respondo: “Adiós titi buena. Dile a tu madre que tengo muchas ganas de verla. Y tu no faltes”.

 

MANUEL ESPAÑOL

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