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Mundo mágico

LIBERTAD DE EXPRESIÓN ROTA

LIBERTAD DE EXPRESIÓN ROTA

Si, me acuesto para soñar bonito, me pongo el pijama si es que procede, apago la luz con una sonrisa y le abro el camino a mi mente para que ese subconsciente que  a veces trabaja por nosotros discurra con placidez. Pues no, que siempre tiene que entrometerse el “Pepito Grillo” de turno y hace que suene el teléfono de mesilla al que alguna vez le voy a poner un cohete automático desintegrador cuando al otro lado se escuchen voces diciendo tonterías inútiles capaces de amargar la existencia a más de uno. Así que me tengo que escuchar eso de “Gabino, no peques”, “Gabino, esa mano”, “Gabino, te tendrás que confesar de malos pensamientos”, “Gabino…” Y así hasta que despierto soltando toda una serie de fuertes, altos y malsonantes improperios que asustan a cualquiera que esté al lado carita con carita, incluso en el piso de al lado. ¿Pero es que eso es pecar? Anda ya, vete al carajo “Pepito de las narices”, que ya me has amargado la noche, que te voy a dar una somanta de palos que no te permitirán acercarte a Pepita alguna, y que si te acercas usurparé tu papel y verás lo que es sufrir”. El caso es que me vuelvo a dormir a ver si se enmienda la situación y al cabo del rato me ataca una sensación de vacío de estómago. Y en esta ocasión decido levantarme mientras me dirijo hacia la cocina y abro la puerta de la nevera. Cuando voy a atacar al tupperware en el que he dejado guisados unos calamares en su tinta enriquecida con algo de cebolla, tengo que oírme la voz de Jimena, una mujer con una capacidad extraordinaria para despertar cuando le da la gana, que lee el pensamiento y entiende bien los susurros si es que se trata de reprimir mis otros pecados, los de la gula. “Pero Gabino _dice- ¿quieres bajar el nivel de colesterol o no?, ¿quieres adelgazar o no?, ¿te gustará presumir de tripa cuando vayas a la playa?”. Mira que es puñetera, que en mi fase pecadora anterior no la despertaba ni una bomba explosiva y hasta sonreía angelicalmente, o hacía como que tal. Y mira que he debido gritar… Pero por lo visto hasta que no he ido a la nevera último modelo o todo lo que sea, no ha abierto los ojos y cuando lo ha hecho, ¡vaya como se ha puesto! Para colmo me ha entrado la risa por ni llorar y no he podido evitar decirle eso de “¡Ay, picarona, que te estoy calando!” A continuación me pone la mano en la cabeza y me acaricia el descapotable para no excitarme anímicamente, vamos, para que me calme. ¡Y me excito, ya lo creo!, y con ganas de volver al lugar de donde me he levantado. La pobre tras los diferentes estados de excitación se ha debido de poner tan nerviosa y se ha debido cansar tanto, que cuando se tumba se queda dormida como un tronco. Así suma y sigue tras mis intentos de despertarla con mi amabilidad máxima durante un buen rato, con palabras como “cariño, tu perfume me embriaga”, “cuando te acaricio incluso las manos, me llevas hasta el éxtasis”. Como en un intento de decirme algo, lo único que puedo escuchar eso de “Gabino, déjame dormir, que me estás dando una noche…” Ni caso, que se vuelve a dormir y con esta dinámica amable lo único que consigo es desvelarme a mi mismo. Me doy una vuelta, vuelvo a darme otra, y sin pegar ojo. Es que no peco ni de pensamiento, me agilipollo aún más, y de esta manera hasta que decido levantarme, cuidar mi higiene (la mental no) y salir de casa sin hacer ruido, para desayunar en el bar de José Luis, donde huele a un café excelente y tiene unos pinchos de tortilla de patata especiales. Y en solitario, pero muy tranquilo, tomo mi consumición gastronómica mientras me deleito con una música de jazz muy especial que se proyecta a través de una pantalla gigante. Curiosamente no me acuerdo ni de Pepito Grillo ni de Jimena. Y el jazz da paso a una danza frenética muy actual y me pongo a bailar solo. La vida es bella y mientras doy vueltas rítmicas se desvanecen las malas intenciones. Bien mirado, cuando salga de este garito iré a ver a Pedro Hill (cambió la G por la H), un cantante de calle muy bueno, que hasta me permite cantar con él a dúo. Eso sí,. Antes acordamos que la recaudación será íntegramente para el artista vocal. Pues conmigo va bueno el muchacho, que yo, a soñar aunque sea despierto. “Y pecar?”, me vuelve a soplar Pepito Grillo. Es que no puedo más, que lo mato; vamos, seguro que lo mato.

 

MANUEL ESPAÑOL

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