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Mundo mágico

LA MAGIA EN EL PAÍS DE LOS HECHIZOS

LA MAGIA EN EL PAÍS DE LOS HECHIZOS

Son las 7 de la mañana,  suena el despertador y me doy media vuelta tras hacerle un gesto obsceno a ese aparato odioso que tan solo utilizo cuando tengo algún compromiso apremiante. Me vuelvo a despertar una hora y media después, y lo primero que hago es pensar los motivos que me impulsaron a programar el artefacto, y no me acuerdo de nada. “Pues tan importante no será” me digo, pero sigo en estado latente plano. Así hasta que llama la despistada de turno que se equivoca siempre para preguntar por los abastecedores de butano. Para colmo el sonido del teléfono es maléfico, y eso hay que “agradecérselo” a Jimena, que lo programó así para que cuando no está en casa, poder llamarme ella y despertarme de una manera efectiva. ¡Y  para más castigo me encuentro con la butanera frustrada! Prefiero que me despierte mi chica personalmente con algo de dulzura y así encarar el día con una sonrisa, aunque a veces lo hace con una ironía… El caso es que poco a poco voy dejando de bostezar y empiezo abrir los ojos a la espera de la recuperación de esa memoria de la que soy víctima.

Pongo la radio, e Iñaki Gabilondo acaba de despedir su intervención. Y como estamos en pleno horario de tertulias en las que están los hábiles colegas que, dicho con respeto,  saben de todo lo divino y lo humano, y pontifican en lo que dicen con protestas de sus compañeros que siempre interrumpen pareciendo un gallinero. El tema que se trata en ese momento es ¡cómo no!, lo que dice Mariano Rajoy sobre la recuperación. Y no digo lo que pienso porque me considero una persona educada, pero este señor ha conseguido algo bueno, hacerme dejar los  bostezos, porque diga lo que diga, aunque me siente mal, no deja de ser el presidente del Gobierno de mi país, y debo contenerme en las expresiones. Y con ciertos aires de excitación pongo Radio Nacional a ver si hay alguien de la oposición, y el director del programa matinal se encuentra en La Moncloa entrevistando en directo a Mariano Rajoy, al cual ya le califican muchos ciudadanos y votantes como “el mago del país de los hechizos”. Ya no puedo más, que mi ánimo se asemeja en esos momentos al de una fiera en su estado más salvaje. ¡Ay!, que estos de la casta y de los que les critican de ser de la casta me están amargando la vida.

Menos mal que voy recuperando mi agilidad mental y me acuerdo de eso de que “la música amansa a las fieras”. Cambio el dial a Radio Clásica, y ¡maravilla de las maravillas!, suena la Sinfonía nº 40 de Mozart, mi autor favorito, al que siempre debo pedir perdón por tararear con mi timbre nada espectacular una música que hace respirar nada más que belleza allá donde se escuche. Y luego suenan las Polonesas de Chopin, y mi estado casi consigue hacerme levitar de tal manera que de las ondas excitadoras (no digo excitantes porque no es el caso) paso al de las ondas que hacen soñar y comunicar estados de emoción sin decir palabrotas. Así el loco surrealista se vuelve más pacífico, se calma y piensa en las cosas más hermosas de la vida, en sus brujitas  traviesas y buenas, en su Jimena del alma, en la poesía que siempre le gustaría saber hacer, en su afición pasional por el teatro y la narrativa de calidad y que especialmente tenga capacidad  para transmitir pensamientos combinados con la sapiencia permisiva que permita jugar con las posibilidades que ofrece el lenguaje cervantino.

Así comienzo a abstraerme y soñar con la que quiero sea mi realidad no exenta de un espíritu romántico, de volcar todo un sentimiento de acercamiento y solidario…Bueno, bueno, que me da la impresión de que empiezo a ponerme demasiado dulzón; empalagoso, ¡vaya! Habrá que ir bajando poco a poco de la nube y poner los pies en el suelo, si bien soy un soñador y nunca he llegado a pisar las aceras, porque me he quedado un palmo por encima de ellas. Eso si, que falta muy poco para irme a la cama y quiero hacerlo, como siempre es mi intención, con una sonrisa y muchos, buenos y hasta pícaros deseos. Empiezo a desear bellos sueños y descansos placenteros, sin acordarnos para nada de los políticos a los que también deseo una acertada higiene mental y que digan las cosas claras. Y después, que cumplan su programa electoral, que si no, se les juzgue por no ajustarse a su verdad.Me dispongo a abandonar el ordenador por unos minutos, y en una emisora oigo de nuevo la voz de Rajoy. ¡Brrrrrrrr!

Así que como quiero acostarme en paz, he decidido esta noche y todas, volverme a la nube placentera, en la que por lo menos hay libertad de pensamiento. Y duermo de bien…

¿Qué cual es mi necesidad apremiante que ha intentado hacerme despertar?. Pues no lo sé, espero que no me desvele. Así que callar y soñar en paz. Chsssssssss. Besos para quien los merezcan.

 

MANUEL ESPAÑOL

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